martes, 25 de julio de 2023

Capítulos gratis de: Si acepto casarme contigo

Hola, les dejaré como obsequio los primeros capítulos de Si quiero casarme contigo, la secuela de Acusada sin piedad, si quieren leerla completa pinchen el siguiente enlace y disfruten de la lectura.





Cap 1

 

—Carlo Santoni, ¿Acepta usted a Vittoria Guiulliani como su legítima esposa?

—Acepto — Respondió el novio en tono neutro.

— Vittoria Guiulliani, ¿Acepta usted a Carlo Santoni como su legítimo esposo?

Vittoria no podía controlar la emoción en su pecho.

—¡Sí! ¡Acepto! ¡Acepto, acepto casarme contigo! — Respondió con una mirada dulce hacia su prometido que mantenía en su rostro una expresión que hacía creer que tenía ganas de ir al baño.

—Entonces, ¡Lo que ha unido Dios, no lo puede separar el hombre! ¡Puede besar a la novia! — EL sacerdote dijo con júbilo y Carlo se giró lentamente conteniendo la respiración antes de acercarse a Vittoria, su novia de siempre, con la que su familia planeó casarlo desde que eran unos chavales debido a las ventajas económicas que suponía emparentarse con los Guiulliani, y más ahora, con la fuerte recesión económica de Santoni Indrustries.

—¡Vivan los novios! — Su suegro coreó entre gritos de alegría y lo siguieron los demás, familiares y amigos uniéndose a la celebración de la unión, una que desde siempre todos esperaban que se diera, solo estaban esperando a recibirse en la universidad para cumplir con el siguiente paso, casarse.

Vittoria estaba radiante de felicidad, no podía creer que al fin se cumplía su sueño de ser la esposa de Carlo Santoni, el hombre que le había dado su primer beso, a quien le había entregado su virginidad y a quien estaba destinada. No le cabía duda. Una lágrima se escapaba de los ojos de la novia que no podía contener la emoción de estar casada con el amor de su vida.

—¡Larga vida a los novios! — Los invitados corearon al unísono en medio de los aplausos.

—¡Muchas felicidades!

—¡Que Dios los bendiga con muchos hijos!

Las personas les decían abrazándolos mientras ambos tomados del brazo caminaban hacia la puerta de la iglesia con la marcha nupcial de fondo musical.

Al llegar a la salida, una lluvia de arroz cayó sobre ellos en señal de bendición y abundancia, pero de pronto, algo entró en uno de los hermosos ojos verdes de la novia causándole una fuerte punzada que la hizo detenerse en seco y llevarse la mano al rostro.

—¡Carlo! Algo me ha entrado en ojo, no puedo ver… me duele mucho, ¿Puedes revisar? — Pidió confiada en que su marido haría lo que fuera porque ella estuviera bien.

—Camina Vittoria, de seguro no es nada, tal vez un arroz, vamos, no hagamos esperar a la gente en la fiesta, ¡Sería de muy mal gusto! — Le dijo mientras alargaba la mano y tiraba de ella metiéndola al auto sin prestar demasiada atención a la molestia que sentía su esposa, para todos los novios la lluvia de arroz simboliza suerte, éxito y bendicion, pero el presagio no pintaba en blanco para Vittoria.

ya en la fiesta, después de lanzar el ramo, el padre de Carlo, Angelo Santoni, quiso hacer el brindis por los novios.

—Vittoria ¿Dónde diablos se ha metido Carlo? — Preguntó molesto.

—No sé, dijo que iría a saludar a unos amigos, pero puedo ir por él si usted gusta — Contestó la novia manteniendo la sonrrisa.

—¡Claro! ¡Ve por él!, voy a hacer el brindis y no está aquí, además, como esposa debes saber dónde está tu marido en todo momento — Agregó al final incomodando a Vittoria, nunca había sido necesario estar detrás de Carlo pisándole los talones a cada paso, ella pensaba que la confianza era absolutamente necesaria en una relación.

—Iré a buscarlo de inmediato, mientras tanto, prepare su discurso — Le dijo con una sonrisa, tragándose el mal comentario de su suegro y levantándose.

Los zapatos la estaban matando, así que después de darle la vuelta a los jardines y de preguntarle por él al setenta por ciento de los invitados a la celebración y no hallarlo, pensó que mejor subía a su habitación para deshacerse de los zapatos y ponerse algo cómodo mientras Carlo aparecía.

Seguro que su marido estaba enganchado en alguna conversación interesante y no se había dado cuenta de que ya era la hora del brindis.

Vittoria subió las escaleras con las zapatillas en la mano, se detuvo en la parte de arriba para masajearse un poco los pies y fue cuando escuchó...

Un jadeo proveniente de la habitación contigua le llamo la atención, era la voz de una mujer.

—¡Ah…! ¡Más cariño, dame más! — Exclamó con la voz entrecortada.

—¿Así?

—¡Oh!, ¡así, así! No te detengas… — Elevando la voz en una octava.

Vittoria dejó caer las zapatillas al suelo de la impresión, no podía ser, seguramente estaba escuchando mal, el cansancio y el estrés del evento le estaban jugando una mala pasada, ¡Era imposible que estuviera escuchando eso!

—¡No! ¡Calma Vittoria, es solo el cansancio, no pueden ser ellos, ¡Es ilógico! ¡Él no me haría eso jamás! Y ella tampoco.

Sin embargo, no pudo dejarlo pasar y caminó como en automático hasta la puerta y girando el picaporte empujó para abrir.

Su cabeza no pudo procesar lo que estaba viendo, necesitó un par de segundos antes de entender que Giorgia, su mejor amiga, estaba desnuda bajo su esposo mientras este le hacía el amor de una forma casi animal, casi devorando el cuerpo extasiado de la otra.

El ruido de afuera se incrementó cuando alguien comenzó a llamar al novio para que se acercara a la mesa familiar y la música cobraba más volumen, por lo que la pareja adúltera no se dio cuenta de que Vittoria estaba ahí de pie junto a la puerta sosteniéndose del borde para no dejarse caer de la impresión. 

—¡Ah…! ¡Carlo! ¡No pares! ¡Quiero que me lo hagas como nunca! ¡Quiero saber que soy tu dueña incluso hoy! — Casi gritaba aquella bandida mentirosa.

—¡Lo eres! — Él respondió entre los jadeos y la excitación — ¡Tú eres mi dueña!

Vittoria logró reaccionar, y antes de que se hubiera dado cuenta, ya las lágrimas corrían a raudales por su rostro y estaba lanzando cosas sobre los dos.

—¡Traidores! — Gritó — ¿Cómo pudieron? ¿Cómo pudieron hacerme esto? — Dijo furibunda.

—¡Vittoria! — Exclamo Carlo lanzando a la otra mujer sobre la cama y cubriéndose con la sábana — ¡Mi amor, no es lo que parece!

—Ah, ¿No? ¿Y entonces qué es? A ver, ¡Dime! Porque tengo rato viendo cómo se revuelcan ustedes dos con muchas ganas justo en el día de nuestra boda, ¡Y en mi propia cama!

—¡Te juro que no es lo que parece! 

—¡Ah! ¡Expresión tan trillada y estúpida! ¡Ni siquiera tienes la creatividad de inventarte otra cosa!

—¡Si es lo que parece Vittoria! — Esta vez fue Giorgia quien hablo, salió del lecho, desnuda y pavoneándose con ese cuerpo escultural suyo, como mostrando todo lo que tenía para ofrecer al adúltero de su marido — ¡Es tal cual lo viste!

—¿Qué haces Giorgia? — él preguntó nervioso.

—Ella debe saber la verdad, esto iba a suceder en cualquier momento, así que se lo diré todo.

—¡No! ¡Espera!

—Somos amantes Vittoria, los más deliciosos amantes desde hace años, solo que tú estabas tan ciega y tan ilusionada con la idea de tu amor perfecto y tu boda soñada que no pudiste verlo, pero la verdad es que nos amamos, ¡Eso nunca nos lo podrás quitar! — Tomando aire para proseguir y deteniéndose frente a Vittoria que seguía con la vista nublada por las lágrimas — Desde siempre has sido tú en público, pero yo en privado, mientras tú eras la novia mojigata, yo le daba lo que tú no, ¡Yo lo hice hombre!, yo le enseñé a amar… pero ahora que lo sabes, ¡Yo saldré de las sombras!

—Pero si hemos sido novios desde la secundaria Carlo, fuiste mi primer amor, me diste mi primer beso… — Desviando la mirada hacia su esposo.

—¡Y también fue al primero que te cogiste! Eso ya lo sabemos — Escupió Giorgia con rabia.

—¿Por qué…? ¿Por qué lo hicieron? — Vittoria estuvo a punto de desplomarse, sintió como el suelo se hundía ante sus ojos y el sudor frío recorría su espalda — ¿Por qué seguiste adelante con esta boda si es evidente que la amas a ella? — La expresión del rostro de Vittoria era de total desconcierto, sentía como si le estuvieran abriendo el pecho sobre una mesa de cirugía en vivo, sin anestesia, como si le extirparan el corazón.

—¿Sabes lo que debes hacer? — Le preguntó mientras avanzaba de nuevo haciendo que Vittoria comenzara a retroceder de espaldas a la escalera — Deberías irte ya, quitarte ese ridículo vestidito de novia y lanzarlo a la basura, o mejor quemarlo, total el circo aquí ya se acabó, ¡Anda y dile a todos que tu marido te engañó! ¡Que no fuiste suficiente mujer para mantenerlo amarrado más de un día!

Vittoria movía la cabeza de lado a lado en señal de negación mientras continuaba retrocediendo, cuando en un descuido, Giorgia la empujó escaleras abajo haciendo que rodara y se golpeara fuertemente en la cabeza. Un hilillo de sangre brotó de cráneo manchando la costosa alfombra persa que forraba los escalones.

La sangre pronto manchó el hermoso y blanco vestido de novia, dejando en él la marca premonitoria de que esa unión estaba siendo sellada con dolor y sangre.

 

Cap 2

 

 

—¿Qué has hecho Giorgia? — Carlo corrió a ver lo que había sucedido.

—No te hagas ahora el santurrón Carlo, hemos hablado de esta posibilidad desde hace mucho, además, fueron las circunstancias, nadie se imaginó que esta tonta nos iba a descubrir justo hoy, ¡Así que ven y ayúdame!

—¡No!, no será creíble… es mejor dar aviso, como si hubiera sido un accidente — Él dijo llevándose la mano a la cabeza con angustia.

—Entonces vístete y déjame lo demás a mí, yo me encargaré, soy buena actuando…

Luego de unos minutos, Carlo bajó las escaleras pasando, por un lado, de su esposa, sin siquiera atreverse a mirarla el muy cobarde, y se dirigió hacia la mesa familiar.

—¿En dónde estabas? Tu mujer te ha estado buscando desde hacer rato — Su padre le increpó.

—No la he visto…

Y justo cuando iba a inventar cualquier excusa, Giorgia salió de la casa dando gritos y anunciando una calamidad.

—¡Auxilio! ¡Auxilio! Es Vittoria, ¡Alguien que me ayude!

—¿Qué pasa Giogia? — alguien preguntó.

—Se ha caído por las escaleras, no me responde, ¡Temo lo peor!

—¡Yo soy médico! — Dijo uno de los invitados corriendo hacia el lugar de los hechos, el galeno se agachó y revisó los signos vitales — ¡Todavía respira!

La novia llegó al hospital completamente sin sentido, con su vestido lleno de sangre, fue intervenida de emergencia, pues, su pulso era peligrosamente bajo y al hacer un ecosonograma para descartar lesiones, el médico determinó que estaba embarazada.

—Señor Carlo debo pedirle que tome una decisión, su esposa está en estado de gravidez, ella tiene en este momento unas siete semanas de gestación, y es extremadamente difícil ingresarla en quirófano sin que el feto sufra daños irreversibles…

—¿Embarazada? ¿Vittoria está embarazada? — Exclamó lleno de sorpresa.

En realidad, no la amaba, nunca lo hizo, se había casado con ella por la presión, estaba a punto de dejarla cuando la ruina económica de las empresas de su padre ameritó asegurar un matrimonio que les diera el acceso a la fortuna de los Giuliani, pero nunca habría arriesgado la vida de un hijo suyo, así que el asombro y el pesar en él fueron reales.

—Si…

—¿Pero ella lo sabía?

—Según su historial médico, sí, ya había venido a dos controles prenatales.

—Entonces, haga lo que tenga que hacer, doctor… — Respondió Carlo sintiendo una repentina oleada de culpa.

—¿Cómo que estaba embarazada? — El padre de Vittoria se llevó las manos a la cabeza — ¿Tú lo sabías? — Interpeló a Carlo, el marido de su hija negó con la cabeza.

Giorgia tomo del brazo Carlo y lo llevó fuera de las miradas de los demás.

—No te dejes ablandar por lo que está pasando Carlo, esto es lo mejor que pudo haber sucedido, de hecho, nos facilita mucho los planes…

—Pero era mi bebé Giorgia…

—Sí, no contábamos con eso, ¡pero piénsalo! Habría sido una molestia después de todo lo que hemos planeado… — Carlo apenas asintió con la cabeza.

***

Cuando Vittoria despertó le dolía todo el cuerpo, la cabeza estaba matándola y las múltiples contusiones apenas la dejaban moverse. Abrió los ojos y necesitó de un par de minutos para comprender donde estaba y lo que sucedía.

Un flash back cruzó por su cabeza con las últimas imágenes que recordaba de la noche de su boda, se llevó instintivamente las manos a su vientre rogando en su mente que no hubiera sucedido lo peor.

Angustiada, se incorporó pesadamente, pero no tuvo tiempo de atormentarse con los malos recuerdos porque el médico entraba justo en ese momento.

—Buenos días, señora Vittoria, ¿Cómo se siente?

—Mi bebé… dígame ¿Cómo está mi bebé?

—Lamento mucho informarle que el feto no lo logró…

—¿Qué? ¿Mi bebé murió?

El médico bajó la mirada condescendiente.

—No podíamos salvarlo después del fuerte golpe que usted sufrió en el vientre, además, hubo que hacerle exámenes en el tomógrafo y… ya sabe cómo eso…

Vittoria se incorporó de golpe nerviosamente y el galeno intentó tranquilizarla en medio de la conmoción.

—Debe mantener la calma, no le hace nada bien alterarse de esa forma…

—¿Cuánto tiempo llevo aquí?

—Casi una semana… la hemos mantenido sedada porque cada vez que despierta y pregunta por su bebé la reacción es tan fuerte que solo bajo sedación ha podido soportarlo.

Ella continuaba negando con la cabeza.

—Dígame si va a ser necesario sedarla de nuevo…

—No, no lo haga, necesito drenar todo esto que siento, es como si mi pecho fuera a explotar, necesito llorar… — ella dijo entre sollozos y el médico no pudo evitar condolerse de ella, puso una mano sobre su hombro y la miró a los ojos.

—Tiene mucho por lo que vivir Vittoria, y puede concebir más adelante a otro bebé, así que no se rinda, no puede, usted es joven, puede reponerse rápidamente.

Ella asintió con la cabeza mientras tomaba una enorme bocanada de aire.

—¿Puedo dejarla sola un momento? Debo darle instrucciones a la enfermera sobre su tratamiento ahora que despertó más tranquila…

—Claro doctor…

El médico salió, y ella bajó de la cama todavía con la presión en el pecho por la pérdida.

Escuchó las voces de Giorgia y de su marido venir desde el pasillo, Vittoria rememoró todo lo que vio en su habitación, y como Carlo hacía suya a esa traidora, a quien ella había considerado desde hacía mucho como su mejor amiga.

—¡Es hora Carlo, debemos hacerlo, ya que no hay testigos!, fíjate que tenemos toda la semana en esto y no hemos tenido la oportunidad de que ella esté sola y no haya nadie cerca — Giorgia hablaba con urgencia.

Vittoria se quedó tras la puerta escuchando la conversación.

—No podemos arriesgarnos a que despierte y lo diga todo, me acusaría de intento de homicidio, y tú y tu familia se quedarían sin poder poner las manos sobre su dinero.

—Pero es que…
—¡No vas a decirme ahora que tienes escrúpulos Carlo! ¡Tenemos meses planeando esto, sabías lo que iba a ocurrir en la luna de miel, eso ya estaba planeado! Simplemente, el destino ha querido darnos la ventaja de que esto sucediera de este modo, ¿Qué mejor que ella muera en el hospital sin que tú te veas involucrado?

Vittoria dio un paso hacia atrás con una mano en su pecho. ¿En serio estos dos estaban planeando su muerte? Ella negó con la cabeza todavía atolondrada.

—Si crees que no puedes hacerlo tú, entonces lo haré yo, quédate en la puerta y yo entraré, sabes que tengo conocimientos básicos de enfermería, no será difícil causarle un infarto, y de la manera apropiada todo parecerá algo natural.

Vittoria reaccionó a esta última declaración de Giorgia e inmediatamente trabó el pestillo de la puerta para que ella no pudiera pasar, miró hacia todos lados y vio la puerta trasera de la habitación que daba con el puesto de enfermeras.

Vittoria se arrancó las agujas de los macro goteros, y caminó lo más rápido que su cuerpo le permitió hacia fuera mientras Giorgia luchaba del otro lado por abrir la puerta.

—¡Oh mi Dios! Debo salir de aquí, debo escapar, si llegan a verme…

Ella se detuvo frente a la cama de una paciente totalmente entubada, vio que entre sus cosas había un vestido de su talla y con remordimiento lo tomó y se lo puso dejando en su lugar la bata clínica.

—Perdóname… espero que puedas mejorarte — Le susurró mientras se vestía, no estaba contenta con lo que hacía, pero era cuestión de vida o muerte.

Luego salió a hurtadillas evadiendo a las personas por el pasillo, y a la primera oportunidad se hizo también con unos zapatos.

Mientras tanto, Giorgia recordó que podía entrarse a la habitación, por otro lado, dio la vuelta y vio que estaba vacía.

—¡Ella se ha ido! ¡Carlo, ella escapó, seguramente escuchó lo que estábamos hablando! — Giorgia dijo revisando todo el lugar y quitándole el pestillo a la puerta.

—No lo creo, no había reaccionado todavía, no pudo solo haber despertado para luego huir de esa manera, su estado de salud no puede permitírselo.

—Se fue Carlo, ¡Se fue y ahora va a acusarnos de todo! — Mirando en todas direcciones.

—Espera, preguntemos a alguien si la han llevado a alguna parte…

En ese momento una enfermera entró con una bandeja de acero y el tratamiento para la paciente.

La mujer se detuvo mirando hacia todas partes.

—¿Dónde está la señora?

—Eso mismo queremos saber, ¿La han llevado a hacerle algún estudio?

—No, para nada, es hora de su tratamiento, no habrán dejado que salga estando en su condición…

—¡Cómo se atreve! ¿No sabe usted quiénes somos? — Exclamó Giorgia poniendo la responsabilidad sobre el hospital — Son ustedes los que deben cuidar del paciente, entonces ¿Qué hacen con todo el dinero que se les paga por su atención?

Mientras esto ocurría, Vittoria aprovechaba para darse a la fuga, estaba adolorida, pero la herida que tenía en su corazón no se comparaba en nada con su estado físico, en ese momento hubiera podido atreverse a lo que fuera, ¡A cualquier reto físico con tal de poner suficiente distancia entre ella y aquellos traidores!

De pronto se sintió mareada, el aire le faltaba y el pecho parecía que le iba a explotar, continuó trastabillando y golpeándose contra las paredes tratando de mantener el equilibrio y la orientación, no era fácil, pero estaba decidida a hacerlo, estuvo a punto de caer por las escaleras no quiso tomar el elevador porque creyó que sería más peligroso, cualquiera podría verla, sabía que de eso dependía su vida.

Divisó la enorme puerta de vidrio de la salida y se sintió casi a salvo, pero cuando ya estaba cerca, Carlo apareció seguido de Giorgia buscándola por todas partes. Vittoria se dio la vuelta y se sentó de espaldas a ellos en las sillas de la salita de espera, mezclándose entre la gente.

—No puede estar lejos — Ella les escuchó decir — Es imposible que haya podido llegar hasta aquí, además, está vestida solo con la bata quirúrgica, no puede salir a la calle, así, no la dejarían salir del hospital en ese estado — Carlo reflexionó.

—No lo sé Carlo… ella ya lo sabe todo, yo en su lugar…

—¿En su lugar? ¿A qué se refiere? — El médico los alcanzó mientras buscaba acompañado de la enfermera, un camillero y un guardia de seguridad del hospital.

—Decía que, en su lugar, no me habría atrevido a salir así, supongo que está muy conmocionada por lo del bebé… ya se enteró de eso, ¿No es verdad? — Giorgia Zanjó por lo sano.

—Sí, y pensé que estaría bien, pero hay que buscarla, ¡No puede salir del hospital!

 

Cap 3

 

Vittoria esperó a que todos quienes la buscaban se alejaran para levantarse y cruzar la puerta de salida, sorprendentemente el hombre de seguridad no reparó en ella.

Vittoria aprovechó sus cinco minutos de suerte y se alejó todo lo que pudo del hospital, mientras más terreno pusiera de por medio sería mucho mejor, no sabía a donde ir, no podía ir a su casa porque seguramente Carlo llegaría hasta allá para darle la noticia a su padre de su desaparición.

Sin saber qué hacer por el momento, se sentó en un parque, necesitaba organizar sus ideas, todavía se sentía aturdida y era necesario idear un plan pronto, antes de que alguien diera con ella. No supo cuando tiempo pasó, pero cuando sintió como las gotas de lluvia comenzaban a caer sobre ella ya había comenzado a oscurecer.

Se levantó y comenzó a caminar de nuevo sin rumbo fijo, pensando en que no tenía un lugar en donde pasar la noche, tal vez si iba a un lugar público, a una terminal de autobuses o algo así… Vittoria seguía perdida en sus pensamientos, llegó a una esquina y en cuanto fue a cruzar la calle…

Lo último que escuchó fue el sonido del derrape de las llantas del vehículo que vino a impactar contra ella lanzándola lejos.

—¡Señorita, señorita! — La voz profunda de un hombre la hizo regresar de vuelta — Señorita, ¿Está usted bien?

—Yo… estoy muy adolorida…

—¿Cómo se llama?

Vittoria abrió la boca para responder y luego volvió a cerrarla, no debería darle su verdadero nombre a un completo desconocido que pudiera dar aviso a su marido.

—Soy… Beatrice…

—Beatrice, soy Francesco, venga conmigo, la llevaré a un hospital…

—¡No!

—¡No, por favor! Se lo ruego, ¡A un hospital no! — La mujer seguía rogando mientras Francesco intentaba levantarla y continuaba insistiendo.

—Pero si apenas puede usted caminar, ¡No puedo dejarla así en ese estado Beatrice!

—¡No! Usted no entiende, no puedo volver al hospital…

—¿Volver?

—Solo sáqueme de aquí, ¡Déjeme en un hospedaje y ya con eso tomaré su deuda como saldada!

Francesco pensó que el golpe le había afectado tanto que la hacía desvariar, de modo que no se enfrascó en una diatriba con ella, y en vez de eso la levantó con cuidado y la llevó hasta el auto.

—Déjeme ponerle el cinturón de seguridad… — Francesco pasó sus brazos sobre ella y la aseguró con cuidado.

Después de poner su auto en marcha sin dejar de mirarla de vez en cuando, trato de insistir en que ella aceptara ser llevada a un hospital, pero la negativa permanecía de forma firme.

—Entonces al menos déjeme que la lleve a un médico de confianza…

Ella titubeó por un instante.

—Solo si me promete que no hará preguntas sobre mí, ni me pedirá mis documentos de identidad.

En otro momento de su vida, Francesco habrá descartado de tajo semejante condición, ¿Quién es tan estúpido como para llevar en su auto a una mujer herida que se niega a ser reconocida con su identificación? Cualquiera pensaría de inmediato que es una prófuga de la justicia.

Pero Francesco conocía por experiencia que no siempre las personas que se ocultan son culpables de un crimen, ¡Ah, si lo sabría él! Lo había aprendido con una lección bastante dolorosa.

La miró de soslayo para ver su reacción y continuó:

—Si le prometo que no indagaré nada sobre usted, ¿Me dejará llevarla con un médico de confianza?

—Primero dígame algo…

—¿Qué?

—¿Usted es un asesino serial? — Ella dijo con algo que Francesco interpreto como el intento de una sonrisa en medio de su dolor.

Francesco se rio con torpeza, increíblemente ella tenía sentido del humor aun estado en semejante situación.

—No… je, je, no lo soy… soy muy estúpido, de hecho, pero no un asesino serial, se lo aseguro.

—Entonces acepto que me lleve con su médico — Vittoria accedió.

Francesco se desvió y tomó el camino del consultorio privado del Doctor Locantore, confiaba en él plenamente después de haberle salvado la vida cuando descubrió que era víctima de envenenamiento… los fantasmas del pasado seguían rondando y era difícil alejar todo lo que venía con ellos, como la amistad que ahora tenía con Locantore.

Tomó su móvil y marcó el número del Galeno.

—¿Locantore?... sí, soy yo… ¿Estás en tu consultorio? ¿No?... tengo una situación…

Francesco le explico a grandes rasgos lo que sucedía y el médico le dio instrucciones.

—Entonces es mejor que la veas en un lugar neutro, comprendo, la llevaré a un hospedaje y luego te daré la dirección si te parece… — Asintió automáticamente sin desviar la mirada de la vía — ¡Perfecto! — Y dejó el móvil de regreso en su lugar.

—¿Pasa algo? — La extraña chica preguntó.

—Sí… como comprenderás él tiene una reputación profesional que cuidar y no puede hacer consultas en su clínica sin el debido protocolo…

—Mis datos personales…

—Exacto, entonces nos veremos con él en otro lugar.

Ella asintió, lo peor que podría pasar era que fuera un abusador, pero no tenía el tipo de serlo, estaba muy bien vestido, reconocería el costoso corte de su traje, lo elegante de su calzado y ese auto que costaba mucho más de lo que una persona promedio podría llegar a ganar en el trabajo de más de media vida…

Además, esa expresión triste y lo profundo de su mirada revelaba más de él que cualquier otra cosa, era un hombre herido, solo eso, y tal vez hacía esto con ella solo por caridad.

—Hemos llegado — Francesco anunció — Este lugar es discreto y tienen muy buena atención, así que podremos vernos con el Doctor aquí… — Terminó de decir mientras parqueaba el auto debajo del edificio, en garaje el subterráneo.

Vittoria caminaba con pesadez, pero logró llegar hasta la habitación del hotel en la que el médico supuestamente la vería.

« Solo espero no estar cometiendo el peor error de mi vida » se dijo para sus adentros luego de que puso un pie en la habitación y cayó en la cuenta de que estaba herida y en un hotel con un completo desconocido.

—Ponte cómoda, lo llamaré ahora para que sepa dónde estamos.

Ella apenas asintió y se dejó caer torpemente sobre la cama, sentía como cada fibra de su cuerpo dolía con inclemencia.

—¡Ah…!

—¿Estás bien?

—No… estoy muy adolorida…

Francesco se acercó a ella por segunda vez, la primera fue cuando la ayudó a levantarse y la ayudó a acomodarse en el auto, pero ahora cuando lo hizo, Vittoria fue más consciente del perfume que exhalaba, de lo perfecto de sus facciones y de lo profundamente triste de su mirada. De hecho, le pareció que podría tocar su dolor, era absolutamente palpable.

Francesco acomodó la almohada tras su cabeza y la cercanía de sus rostros fue inevitable, ella casi pudo respirar su aliento cuando él se detuvo frente a su rostro y luego de un instante pestañeó para apartar algo de su cabeza, ella se preguntó ¿Qué?

De pronto, ahí en ese corto, pero intenso cruce de miradas Vittoria comenzó a temblar sin control, su cuerpo entro en una especie de espasmos que alertaron a Francesco.

—¿Puedo tocar tu frente? — Pregunto con cuidado, había visto suficientes picos febriles en el pasado… cuando su hermano enfermó, e incluso consigo mismo…

Vittoria asintió con la cabeza, los temblores no la dejaron proferir más que una expresión:

—¡Tengo mucho frío! — mientras comenzaba a retorcerse de tal manera que Francesco volvió a llamar a Locantore.

—Doctor, ¡Apresúrese, está entrando en shock!

—¿Está temblando?

—¡Sí!

—Acuéstela y ponga su cabeza sobre algo suave, observe si tiene objetos que puedan lastimarla como cadenas, anillos, cinturones…

—No, no parece tener nada de eso…

—Perfecto, ya estoy parqueando el auto, en un par de minutos estoy con ustedes.

—Tengo frío — Ella volvió a decir.

—Tiene la ropa mojada… si me permite quitarle eso y cubrirla con la sabana… — Dijo él con cuidado, realmente era necesario deshacerse del vestido empapado, pero Francesco no quería pecar de atrevido.

Ella apenas asintió con la cabeza. El la ayudó a sacarse el vestido en medio de los temblores cubriendo luego su cuerpo de inmediato con la sábana, era imposible no admirar lo hermoso de su figura, esbelta y bien torneada, tenía un pequeño y coqueto tatuaje en la espalda baja, Francesco no se detuvo en los detalles no iba a ser imprudente.

Un golpe en la puerta les anunció la llegada del Galeno.

—Doctor, pase usted… es ella… — Dijo señalando hacia dentro.

Locantore advirtió las ropas mojadas a un lado en una silla.

—¿Estuvo bajo la lluvia?

—Sí, cuando la golpee con el auto caminaba en medio de la calle.

—¿Entonces parecía perdida o confundida?

—Mmm… tal vez ambas…

—Señorita, soy el Doctor Locantore, he venido para verla — le dijo mientras sacaba el termómetro y tomaba su temperatura — ¿Hay algo que deba saber sobre su salud para partir de ahí?

Vittoria dudó por un segundo y miró a Francesco, este asintió con la mirada y ella recordó que había prometido no hurgar en su vida personal.

—Estuve hospitalizada la última semana, sufrí una caída por las escaleras y perdí a mi bebé… luego… el golpe con el auto…

Francesco sintió un golpe en el estómago, era como si la vida le estuviera dando una oportunidad de reivindicarse, después de lo que había ocurrido con su esposa en el pasado, ahora esta pobre chica pasaba por algo tan difícil que no podía simplemente hacerse el desentendido.

—Haga lo que sea necesario para atenderla Locantore, yo corro con los gastos.

—Si Francesco, pero si necesita una intervención…

—Usted ponga la suma.

—No es eso Francesco, habría que moverla a la clínica y…

—Así tenga que montar un quirófano en la mansión.

—Vamos con calma, por ahora le haré exámenes de rutina, es probable que solo sea un resfriado por la lluvia y las defensas bajas, necesitará mucho descanso, una buena dieta y vitaminas si todos los valores son correctos, de no ser así, pensaremos en el plan B.

La palidez del rostro de la chica trajo a su mente una enorme culpa, no pudo evitar pensar en que él había sido el culpable de que su esposa alguna vez pasara por algo peor…

 

Cap 4

 

Francesco sacudió la cabeza para apartar los malos pensamientos, era muy tormentoso pensar en todo lo que sucedió entonces, ahora estaba obligado consigo mismo a superarlo y a retomar su vida, aunque fuera casi imposible creer que había alguna esperanza para él de ser feliz después de lo que hizo…

« No hay segundas oportunidades para alguien como yo », solía decirse mentalmente.

La chica finalmente recibió medicación y se quedó profundamente dormida.

—Locantore, ¿Crees que ella pueda recuperarse sin necesidad de trasladarla?

—No lo sé Francesco, no puedo asegurarlo, la veo muy agotada, y la fiebre puede ser por alguna infección, la trataremos con antibióticos de amplio espectro, pero se le deben administrar cuidadosamente, puedo decirle a una de mis enfermeras que venga…

—Sí, eso estaría bien, te lo agradezco mucho…

—¿De dónde sacaste a esta chica Francesco?

—Te juro que no la vi hasta que tuve que maniobrar para no partirle las piernas con el auto.

—Bueno, le administraremos tratamiento, pero tengo la sospecha de que va a complicarse, no olvides que antes del accidente ella ya presentaba una situación de salud delicada…

—¡Gracias por todo!, estaremos en contacto…

Cuando se quedaron solos, Francesco se sentó frente a la chica en el sillón y la observó dormir.

Se veía tan inocente y tan hermosa, como una flor lastimada que necesitaba cariño y cuidados, ella había perdido un hijo, tal como él estuvo a punto de hacerlo solo por su estupidez y su orgullo, era algo en común para ambos.

Entrada la madrugada, cuando el efecto del tratamiento había pasado,
Vittoria comenzó a temblar de nuevo.

—Francesco… por favor… — Ella lo llamó — Francesco…

El hombre abrió los ojos pesadamente y tardó una fracción de segundo en darse cuenta de lo que ocurría. Saltó de la silla y se acercó a ella rápidamente.

—¿Qué pasa? ¿Es la fiebre otra vez?

La chica asintió, y luego él advirtió que las sabanas estaban manchadas de sangre.

—Beatrice, ¡Estás sangrando…!

—¿Qué? ¡No! — Vittoria dirigió la mirada hacia abajo y vio como la mancha seguía extendiéndose como si tuviera vida propia — ¡No, no, no!

Ella comprendió de inmediato que debía ser trasladad a un centro asistencial.

—Lo siento mucho… — Los hermosos y expresivos ojos de Francesco se posaron sobre ella con expresión de disculpa ante su mirada llena de terror— Debo llevarte al hospital, no puedo dejar a que te desangres.

Vittoria tomó la mano de él con fuerza y lo miró a los ojos.

—¡Te lo ruego… me lo prometiste! — Comenzaban a picarle los ojos.

—Y lo cumpliré — Le aseguró — No te dejaré sola, ni tampoco dejaré que indaguen en tus datos personales, eso déjamelo a mí, pero debemos irnos ya…

La chica dudó, pero seguía perdiendo sangre, así que hizo amago de levantarse, pero se dio cuenta de que estaba completamente desnuda debajo de la sabana y sintió una oleada de calor en su cara cuando estuvo a punto de dejarla caer al suelo.

—Yo… no tengo ropa… — Balbuceó.

—Eh… si, yo… — Él se sintió avergonzado, supuso que ella no recordaba que le había pedido permiso para quitársela — Estaba muy mojada, no podía dejártela puesta, pero resolveré eso pronto, solo sujeta las sabanas y te llevaré en brazos.

Vittoria pensó que el color de sus mejillas competía con la mancha carmesí de las sábanas blancas.

—Esto es tan incómodo… perdón, estoy muy avergonzada… — Bajando la mirada.

La expresión del rostro de ella causó un corto circuito a las neuronas del empresario, levantó la mano lentamente hacia el rostro de ella y aunque su razón le decía a gritos que debía detenerse, sus impulsos seguían moviendo su mano hasta la mejilla pálida de Vittoria. 

—No tienes nada de que avergonzarte — Tocando suavemente su rostro con la punta de los dedos — Es una cuestión de salud, ven, apóyate en mí.

Vittoria rodeó el cuello de Francesco con los brazos mientras él la levantaba como si fuera solo una niña, sus rostros estaban tan cerca que ella pudo advertir su aroma profundamente masculino, mientras sus fuertes brazos la mantenían en alto y sus manos apenas rozaban partes de su piel que la sabana no cubría.

—Carlo… ¿Por qué lo hiciste?

—¿Carlo?

—Te amaba Carlo y me traicionaste… ¿Cómo pudiste? ¿Cómo pudiste quererme muerta? — La joven estaba prendida en fiebre y hablaba sin sentido.

Francesco bajó la mirada para ver como ella deliraba.

—Tranquila, pronto estaremos en el hospital, creo que hay uno muy cerca…

—Sí, eso es lo que temo… el hospital… — Fue lo último que ella dijo antes de desvanecerse.

 

***   

 

—¿Crees que ella esté huyendo en verdad? ¿O solo está chiflada por el golpe en la cabeza? — Giorgia comentó acariciando la espalda desnuda de Carlo.

—No lo sé, pero creo que si quisiera habernos acusado ya lo habría hecho.

—Solo ha pasado un día, pero como siempre yo ya hice mi tarea.

Carlo se giró para mirarla.

—¿A qué te refieres?

—Contacté a la policía, por la mañana harán un operativo en el hospital.

—¿Y si no está ahí?

—No pudo simplemente desaparecer, además, lo solicité a nombre del esposo angustiado por la desaparición de su esposa — Dijo con un toque de burla en la voz.

—Por eso es que te amo, ¡Porque siempre piensas en todo! — Dándose la vuelta sobre ella y posando los labios sobre los suyos.

—Luego me agradecerás cuando pongas tus manos sobre su fortuna, nunca olvides gracias a quien la vas a disfrutar…

—La vamos a disfrutar — Él la corrigió, aunque ella no estaba del todo segura de que Carlo le fuera leal, por ahora era mejor mantener la careta de la mujer enamorada, y ya luego las cosas darían punto solas.

***  

—¿Nombre de la paciente?

Francesco dudó un momento y luego contestó:

—Beatrice Romano…

El médico apuntó en su folder mientras miraba de reojo a la paciente en brazos del empresario.

—El Doctor Locantore me dijo que era un caso especial… — Continuó mirando por encima de sus gafas.

—Así es doctor, aprecio mucho su discreción.

—Póngala en la camilla y deme unos minutos para conocer su condición y hablaremos, señor Romano.

Luego de un momento el médico regresó y Francesco se levantó como un resorte de la silla.

—La paciente ya recobró la consciencia, padece una infección que debe ser tratada de inmediato, a eso se debe la fiebre y la hemorragia, es imperante practicarle un legrado para detener el sangrado, el proceso no es invasivo, pero es lo mejor en su caso debido a la reciente pérdida y a que la infección puede complicarse, lo demás no es importante, solo tiene algunas contusiones, pero no es de cuidado.

—¿Y ese procedimiento puede hacerlo aquí?

—En cirugía, sí…

—Entonces la dejo en sus manos doctor, haga lo que sea mejor para ella…. ¿Puedo verla?

—Que sea rápido, van a prepararla para el procedimiento…  Y consígale algo de ropa…

Francesco asintió con la cabeza y entró en la habitación.

—Gracias por todo… — Ella musitó.

—Todo estará bien — Pasando su mano por el cabello oscuro y abundante de la joven — Estaré aquí cuando salgas.

Él la vio desaparecer tras las frías puertas forradas en acero y se sintió extrañamente vacío, era una sensación extraña, parecida a la que tuvo cuando vio a su exesposa salir de la oficina el día que firmaron el divorcio.

Sacudió la cabeza e hizo un par de llamadas a su asistente para que comprara ropa para dama y todo lo que Beatrice necesitara, mientras tanto se sentó a esperar noticias de su intervención.

Vittoria escuchó al fondo un zumbido e intentó abrir los ojos, sentía que la cabeza le iba a estallar y dolor en el bajo vientre era muy agudo.

Miró hacia los lados y supo que estaba de regreso en el hospital, buscó a Francesco y tal como él le había prometido, estaba recostado en un sillón junto a la cama.

Parecía más guapo, dormido de lo que ella hubiera notado antes, suspiró, y pensar que ella nunca se dio la oportunidad de ver siquiera a otro hombre como una oportunidad porque estaba convencida de que Carlo la amaba como a ninguna.

¡Qué equivocada estaba!

Lo observó dormir por un rato hasta que despertó. Francesco abrió los ojos cargados de sueño para observar a Vittoria que lo miraba directamente.

—Buenos días, ya despertaste, ¡Qué bueno! — Exclamó tomando un respiro —Anoche las cosas estuvieron un poco preocupantes, pero el médico dice que evolucionas rápidamente… ¿Necesitas que acomode tu almohada?

Él se levantó y se acercó para dar palmaditas sobre la almohada y ajustarla mejor en su cuello, la cercanía entre ambos despidió algunas chispas que Francesco se obligó a disimular.

—Hay ruido afuera…

—Ya está, voy a ver qué sucede…

Cuando se asomó al pasillo estaba repleto de policías, los uniformados iban y venían de un lado a otro abriendo las puertas de las habitaciones y haciendo preguntas a todos.

—Solo es la policía, parece que buscan a alguien. Vitoria de inmediato se quedó de piedra. Un frío recorrió su espalda y las náuseas la atacaron de pronto.

—¿Puedo pedirte otro favor?

Él la miró inclinando la cabeza ligeramente en señal de interrogación.

—¡Necesito que me saques de aquí de inmediato! — Hablo con urgencia en un profundo ruego.

Él negó instintivamente con la cabeza.

—No puedo hacer eso Beatrice, estás muy delicada de salud, el procedimiento que te han hecho requiere reposo, no deberías arriesgarte de esa manera… ¿A qué le temes?

—¡Lo prometiste! Sin preguntas.

—Lo sé, ¡Pero comprende si te saco de aquí empeorarás!

—¡Y si no lo haces, moriré!

Francesco enmudeció. Definitivamente las cosas no pintaban bien para esta chica. Caminó de regreso junto a la cama mientras afuera el ruido se incrementaba avisando que los funcionarios estaban ya casi en la puerta.

—Dime ¿De qué otra manera puedo ayudarte? Otra que no implique sacarte de aquí Beatrice…

Él se acercó lo suficiente como para que ella justo en el momento en el que la puerta se abrió y un policía entrara, lo envolviera con sus brazos y lo atrajera hacia ella estampándole un beso.

El policía solo vio a una pareja besándose y nada más en la habitación, por lo que volvió a cerrar con prudencia.

Ella pudo haberlo soltado, y él pudo haberse apartado. Pero ninguno lo hizo. 


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lunes, 24 de julio de 2023

Capítulos gratis de Acusada sin piedad

 Allegra Rici, la esposa de Francesco Romano, un famoso empresario italiano, ha sido acusada cruelmente de homicidio, ella tendrá que sortear cientos de dificultades para proteger el fruto de su vientre, a su pequeño hijo, del cual muy pocos conocen su existencia mientras su esposo la cree culpable.

Ven a descubrir esta historia de la valentía de una mujer que, siendo acusada sin piedad por un crimen que no cometió, será capaz de enfrentarlo todo. Un esposo engañado por las circunstancias, una mujer inocente que huye embarazada, una amiga incondicional, el exnovio eternamente enamorado y un policía sexi que lo descubrirá todo.

¿Crees que esta historia terminará como te imaginaste? Tal vez el final te sorprenda, no dejes de leerla solo en Buenovela.

Acusada sin piedad, novela completa.

Les regalo los primeros capítulos, pero pueden leerla completa en el siguiente enlace:


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CAPITULO 1 ACUSADA

 

— ¡Salud! ¡Salud! — Se escuchó el coro de voces al unísono acompañado del sonido de las copas al chocar.

La familia en pleno se encontraba en el gran salón de fiestas de la mansión Toscana de los Romano, con la presencia de una selecta compañía de amigos íntimos muy poderosos para celebrar el sexagésimo quinto cumpleaños del patriarca de la familia.

¡Salute e congratulazioni! — Alguien se acercó al cumpleañero para alabarlo — ¡Que la buena fortuna te siga sonriendo amigo Giorgio!

Allegra se sintió un poco abrumada, había estado trabajando todo el día con la decoradora y la planeadora de fiestas en cada detalle para que la celebración en honor de su suegro saliera impecable, digna del cumpleaños de un hombre tan importante y poderoso como él.

Desde su matrimonio con Francesco Romano, Allegra había hecho todo lo posible por ganarse a la familia, hacía poco tiempo que formaba parte de ella, apenas un año, pero todavía le era difícil congraciarse con algunos de los miembros de la familia.

Apuró el trago que tenía en su copa e inspiró profundamente.

—Cariño, voy a tomar aire al jardín, ¿Me acompañas?

Le dijo a Francesco pasando su mano por el hombro de su esposo en un gesto cariñoso.

—Ahora no Allegra, debo estar aquí con mi padre, además, hay algunos amigos importantes con los que me interesa conversar de cosas de hombres… ve tú.

Francesco parecía estar imbuido en la celebración y no prestó la menor atención a la petición de su mujer.

Allegra bajó la mirada, estaba decepcionada, había pensado que tal vez podrían tener un momento romántico allá afuera, pero Francesco no era un hombre cariñoso, tenía el temple de su padre y era firme en sus decisiones, ella entendió que nada lo movería de ahí, así que decidió salir a caminar por los terrenos de la mansión.

Cuando cruzó las enormes puertas francesas de vidrio que daban hacia fuera, su móvil sonó, ella deslizó la pantalla y encontró un mensaje.

— ¡Felicitaciones por tu nueva galería! Me alegra mucho saber que al fin vas a pensar un poco en ti, el arte siempre ha sido tu vida, ¡Y saber que ahora estarás en medio de lo que amas me contenta mucho!

Allegra sonrió, era una felicitación genuina de alguien a quien a pesar de las circunstancias le tenía mucho cariño. Luca había sido su novio en el colegio, y también durante los primeros años de la universidad, se conocían desde niños. Su amistad permanecía intacta a pesar de que sus vidas habían tomado rumbos diferentes.

—Gracias Luc, ¡Siempre eres un sol!

Tecleó de vuelta mientras se acercaba con la mirada en la pantalla hacia el área de la piscina tropezándose con alguien.

Al levantar la mirada se encontró con el rostro furibundo y desencajado de su cuñada.

Ginevra era la reciente viuda del hermano de Francesco, Enrico había fallecido en extrañas condiciones, le dio un infarto fulminante siendo un hombre joven y atlético, el médico no había tenido explicación para tal desgracia.

Enrico dejó a su esposa con un embarazo de un mes, ahora ya solo faltaban dos meses para que el bebé naciera, toda la familia lo esperaba con ansias.

— ¡Eres una cualquiera! — Gritó Ginevra levantando la mano y abofeteando a Allegra sin razón aparente.

— ¿Cuándo te darás cuenta de que no eres una verdadera Romano?

Debido al impacto del golpe Allegra dejó caer el móvil entre la jardinera y se quedó de piedra ante la reacción de su cuñada, ¿Qué diablos le estaba pasando?

— ¿No sé lo que te pasa Ginevra?, sé que no hemos tenido la mejor de las relaciones, pero eso no te da derecho a…

— ¿Derecho? ¿Me hablas de derecho? Has estado ganándote al viejo y dejándome a mí a un lado, ¿Crees que no me he dado cuenta de cómo lo miras y lo atiendes? ¿Y todo eso para qué?

Allegra no podía creer lo que estaba escuchando, ella creía que estaba ganándose al suegro con algún propósito personal, ¿Tal vez por su dinero? ¡Pero qué estupidez! Ella no necesitaba nada de eso, solo quería sentirse parte de la familia.

—No he hecho nada para ofenderte, ni siquiera después de lo que vi, no voy a juzgarte Ginevra, sé qué has pasado por mucho y solo quiero pensar que el dolor te nubló los sesos, ¡Pero no voy a permitir que hagas esto!

El rostro de Ginevra se transformó en ira pura.

— ¡No te atrevas a mencionar de nuevo lo que viste! No sabes nada, eres una pobre trepadora, ¡No tendrás lo que es mío!

— ¿Y qué es lo tuyo? ¿Crees que por ser la viuda de su hijo él te dará su fortuna?

—Te lo advierto Allegra, te hundiré hasta el fondo, ¡No te atrevas a decir una sola palabra de lo que vista a nadie!

Ginebra caminó hacia atrás hasta el borde de la piscina mientras seguía gritando.

—Ya verás de lo que soy capaz, ¡Esto será solo tu culpa! ¡Todos te odiarán y verás quien de las dos es la que gana!

Y acto seguido se dejó caer a la piscina con un ruido fuerte ante los ojos atónitos de Allegra que no podía entender como ella se había lanzado de esa forma golpeando su vientre contra el agua y poniendo en riesgo la vida del bebé. 

Pensó que tal vez estaría bajo los efectos del alcohol o algo más para hacer una cosa como esa.

Ginevra se hundió hasta el fondo y permaneció ahí sin regresar a la superficie, Allegra tardó una fracción de tiempo en reaccionar y en darse cuenta de que su cuñada efectivamente estaba inconsciente, así que sin pensarlo más se lanzó al agua para sacarla.

En el salón Francesco escuchó gritos que venían de afuera, toda la familia y algunos de los invitados oyeron como Fiorella Romano pedía ayuda.

— ¡Es mamá! — Advirtió el joven empresario mientras corría a ver lo que sucedía.

— ¡Mamá! ¿Qué sucede? — Preguntó alterado Francesco tomándola por los hombros, la mujer estaba visiblemente afectada.

— ¡Es Ginevra!, está en el fondo, Allegra intenta sacarla, pero no puede ¡Ayúdala hijo, que se ahoga!

Francesco se giró hacia el agua y efectivamente ambas mujeres estaban en el fondo, sin pensarlo dos veces, se lanzó a la alberca hundiéndose para sacar a Ginevra que estaba completamente desmayada, la tomó por la cintura y la llevó hasta el borde de la piscina, otro par de manos la tomaron y tiraron de ella hasta tenderla sobre el suelo.

— ¡Está inconsciente, Francesco! ¡Haz algo! — Gritaba urgida Fiorella.

Mientras tanto, Allegra había tragado mucha agua por tratar de sacar a su cuñada y luchaba por salir a flote, pero toda la atención estaba puesta sobre la mujer embarazada.

Al fin logró salir con dificultad, y haciendo grandes esfuerzos por poder respirar se arrastró hasta el borde y se tendió a un lado tratando de devolver el líquido que estaba en su interior.

Cuando buscó a su marido con la mirada lo vio con Ginevra en brazos corriendo en dirección del estacionamiento.

Todos los presentes estaban preocupados por lo que ocurriría con su concuñada y el bebé, Allegra solo esperaba que el pequeño sobreviviera.

La joven se puso de pie como pudo y subió a su habitación, necesitaba darse una ducha y descansar un poco, la cabeza le dolía como el demonio y la garganta le quemaba por la ingestión del agua clorada.

La impresión de ver a su cuñada atentar así contra sí misma y contra el bebé la habían dejado exhausta.

Se aseó y se recostó un rato mientras esperaba noticias, pero justo cuando estaba conciliando el sueño, alguien la tomó de los brazos y la sacó violentamente de la cama.

— ¡Ven conmigo! ¡Tienes mucho que explicar a la familia! ¿Cómo pudiste? ¡Nunca me imaginé que podrías ser tan cruel!

La voz grave y profunda de Francesco la despertó a los gritos.

— ¿Francesco? Amor, ¿Qué pasa? ¿Por qué me haces esto? ¡Francesco! — Allegra intentaba ponerse de pie, pero los fuertes brazos de su marido la llevaban a rastras del cabello por el pasillo y luego por la escalera.

La joven se sujetó con todas sus fuerzas del barandal, incorporándose lo mejor que pudo, pero en medio del forcejeo pisó mal un escalón y se resbaló rodando escaleras abajo como si fuera peso muerto.

Se golpeó muy fuerte en la cabeza, pudo sentir como un líquido caliente comenzó a cubrirle parte del rostro y cuando quiso levantarse un dolor agudo atravesó uno de sus tobillos impidiéndole apoyarse en ese pie.

Allegra hubiera querido gritar de dolor, pero lo que estaba sucediendo le causaba más temor que sus heridas.

¿Por qué estaba siendo tratada así? ¿Por qué su esposo le hacía esto delante de toda la familia y nadie hacía nada por detenerlo?

Por un momento la joven pensó que tal vez estaba soñando, que era una espantosa pesadilla, pero de nuevo quiso apoyar el pie y el dolor le demostró que era completamente real.

Don Giorgio Romano estaba sentado en una silla en medio del resto de la familia, todos la miraban con odio visceral, menos su suegra que parecía desconcertada con la escena en medio de su casa, la chica no podía comprender por qué.

— ¡Tú eres la culpable! — Ladró Giorgio levantando el dedo acusador sobre ella.

— Has hecho que perdiera la única esperanza de tener un descendiente de mi hijo fallecido, ¡Ahora eso nunca ocurrirá, y todo por tu ambición!

Allegra inclinó la cabeza ligeramente tratando de atar cabos, ¡No! ¡El bebé, el bebé había fallecido!, la joven se llevó una mano a la boca.

— ¡No! Suegro, ¡Le juro por Dios que no he hecho nada! Ella saltó al agua…

— ¡Calla! Sabíamos que dirías eso, Ginevra nos advirtió que mentirías para salvarte, sabemos que tú la empujaste, y que luego te lanzaste para asegurarte de que se hundiera, ¿Qué esperabas ganar con eso?

Las lágrimas rodaron por las mejillas de Allegra mezclándose con la sangre que manaba de su frente.

— ¡Le juro que no es cierto! Yo no lo hice, ¡Ni siquiera la toqué! Francesco, por favor, tienes que creerme, ¡Soy tu esposa!

Allegra suplicó, pero él solo desvió la mirada con desprecio.

—Francesco, no lo hice… no he hecho nada amor… — Sollozó, desesperada y llena de temor, sabía que su suegro era implacable, que si los Romano la creían culpable harían de su vida un infierno.

Amaba a su esposo, con todos sus defectos y su mal carácter, pero aun así había visto en él lo que nadie más, pero ahora… ¡Ahora todo se iría por el caño!

¿Acusada de homicidio? Nunca lo pensó, no podía ser real.

— ¡Arrodíllate! — Gritó Giorgio levantándose de la silla y acercándose con paso firme hasta ella.

— ¡Suplica, suplica por perdón, quiero que declares lo que hiciste!

Alegra le plantó cara, sentía que temblaba como una hoja, pero no le daría el gusto de humillarla de esa forma, ella conocía su secreto, sabía cosas… y había cerrado la boca para no afectar su matrimonio.

¿Pero esto, acusarla sin piedad de esa manera de algo que no era su culpa?, ¡No!, ya había excedido todos los límites.

— ¡No!, no lo haré, usted sabe que no soy culpable, ¡Y también sabe lo que yo vi!

Los ojos del viejo se encendieron de ira, levantó la mano  y luego la dejó caer con fuerza sobre el blanco rostro de la chica lanzándola contra el suelo, la cabeza de Allegra rebotó sobre el mármol y ella perdió el conocimiento. Todo se volvió negro.

 

CAPÍTULO 2 HUMILLADA

 

 

Cuando abrió los ojos seguía tendida en el suelo, la boca le ardía y la cabeza le daba vueltas, era como si la hubieran molido a palos, no sabía que le dolía más, si el corazón o los golpes.

Intentó incorporarse pero fue inútil, su tobillo torcido y el golpe en la cabeza habían sido demasiado.

—Ya abrió los ojos Don Giorgio — Ella escuchó a alguien decir — ¿Qué quiere que hagamos con ella?

Solo se escuchaba el sonido de las respiraciones agitadas de todos esperando a que el viejo decidiera.

—Francesco será quien lo haga — Y levantando la mirada hacia su hijo le ordenó: — ¡Anda! Sácala fuera y déjala que pase la noche con los perros, ¡Eso es lo que se merece esta infanticida! Mañana que se la lleve la policía, no la denunciaré esta noche, eso sería demasiado cortés con ella y no lo merece, ¡Que sufra por lo que hizo!

—Como usted diga papá — Francesco ni siquiera lo dudó, estaba lleno de rabia, la pensaba culpable de la muerte del no nato.

Tomó a su esposa por el brazo y la levantó en vilo, obligándola a caminar con el tobillo lastimado dándole empujones hasta llevarla fuera.

Ella seguía sollozando e implorando piedad a su esposo, seguramente él le creería.

— ¡No lo hice amor, tienes que creerme! Te lo ruego, no me hagas esto, Francesco ¡Te amo! No lo hagas…

—Te quedarás ahí fuera lo que queda de la noche, y mañana llamaré a la policía, seguramente pasarás el resto de tu vida encerrada, así que disfruta del espacio allá afuera porque será la última vez que estarás en un lugar así… me has decepcionado Allegra, ¡Pensé que tenías un espíritu noble pero me equivoqué!

Le dijo con la mirada helada empujándola hacia fuera y cerrando las puertas tras de ella.

Allegra se dejó caer recostada contra la pared hasta sentarse en el suelo. A lo lejos se escucharon los truenos que avisaban que una lluvia torrencial se avecinaba. El viento frío la golpeó con fuerza y debió abrazarse a sí misma para mantener algo de calor.

La lluvia caía a cántaros y ella solo estaba vestida con una sencilla bata de seda, comenzó a toser incontrolablemente, el frío estaba haciendo que esa vieja afección respiratoria se activara.

Estaba expuesta a una de sus crisis de asma, hacía más de un año que no las sufría, pero el estrés y las bajas temperaturas eran ingredientes suficientes para un ataque.

Trató de pensar en donde estaba su inhalador… ¡En su bolso, arriba en el armario!, no podría llegar hasta él, tendría que ser fuerte y hacer ejercicios de respiración si quería evitar desmayarse.

Allegra temblaba de frío e inspiraba hondo, lo más hondo que podía, así soportó con enorme dificultad hasta que los rayos del alba aparecieron sobre el horizonte Toscano.

« Ya está amaneciendo, tengo que entrar y tratar de llamar a alguien que venga a buscarme, no me quedaré aquí para que me encierren por algo que no hice », Pensó para sus adentros.

Se incorporó pesadamente e hizo el intento de caminar, pero su pie lucía inflamado y amoratado, seguramente tenía una seria lesión.

Siguió apoyada de la pared buscando la entrada de servicio, la propiedad era enorme, así que tuvo que rodearla tratando de no ser vista por el personal de seguridad.

Sin embargo, el vigilante del portón principal que había hecho el turno nocturno y no se iba hasta medio día, la había visto toda la noche desde las cámaras.

Allegra logró evadir los obstáculos y subir hasta su habitación, empujó la puerta con cuidado, pero su esposo no estaba allí, seguramente había dormido en otra parte, agradeció al cielo que fuera así y se apresuró a vestirse con ropa deportiva y cómoda, tomó algo de ropa y la metió en un bolso, sus documentos y llamó desde el teléfono fijo de la habitación a su mejor amiga.

 El pib, pib, pib, constante del teléfono, le ponía los pelos de punta, Arianna no contestaba.

— ¡Por favor, por favor amiga, contesta! — Rogó.

— ¿Bueno?

— ¡Arianna soy yo! Allegra, ¡No tengo tiempo de explicarte nada, solo escucha!

— ¿Allegra? ¿Qué te pasa? Estás muy alterada.

—Me han inculpado de homicidio, te juro que no he hecho nada, me conoces…

— ¡Claro que no!, ¡No serías capaz de matar ni a una mosca! ¿Qué estupidez es esa?

— ¡Van a encerrarme! Amiga solo te tengo a ti… — Y la voz se le quebró en mil pedazos.

— ¿Dónde estás Allegra? Iré por ti.

—En la mansión, pero tengo que huir, ¿Puedes buscarme?

— ¡Por supuesto! Espérame en la entrada, ¡Voy volando!

Allegra colgó y de inmediato abrió la puerta con sigilo, miró hacia los lados, el pasillo estaba solo, se apresuró como pudo a salir hasta la carretera que daba a la salida de la propiedad y recorrió todo el camino cojeando y aguantando el intenso dolor en el tobillo así como la presión en su pecho.

Sentía asfixia, como si su corazón fuera a estallar en mil pedazos, ni siquiera había podido aspirar un puf de su inhalador de asmática para soportar la huida.

Al acercarse al portón de hierro forjado, el auto de Arianna estaba detenido en la entrada esperándola, Allegra hizo un último esfuerzo en llegar y cuando ya estaba a unos cuantos metros, Francesco apareció tras ella dando voces y gritando su nombre a todo pulmón.

— ¡Allegra! ¡Allegra, detente! — La joven apenas lo vio venir, apretó el paso aunque sentía que su tobillo iba a doblarse en dos — ¡Deténgala, cierre el portón, no la deje salir!

El guardia miró a uno y otro alternantemente y vio la angustia en los ojos de la chica, qué desesperada le rogó que no la detuviera, él ya había visto bastante de su sufrimiento en las cámaras del jardín toda la noche, recordó que pensó que Don Giorgio debía ser un hombre terrible para exponer a una joven tan dulce como la señora Allegra a semejante situación.

Se hizo el desentendido, como si no hubiera comprendido la orden de Francesco y solo puso el portón en movimiento cuando ella cruzó, así su esposo no pudo alcanzarla.

La joven apenas logró abordar el vehículo cuando se desplomó en el asiento trasero, Luca cerró la puerta y Arianna puso el auto en movimiento derrapando con las yantas sobre el pavimento, dejando marcada una media luna negra, mientras Allegra buscaba desesperadamente su inhalador.

— ¡Te dije que no la dejaras ir! — Ladró Francesco al guardia de seguridad de la mansión — ¿Cómo pudiste?

—Señor Francesco, no le escuchaba lo que me decía, pensé que la señora iba tarde a algún compromiso, y luego, cuando usted estuvo más cerca, me di cuenta de que quería que cerrara el portón, por eso reaccioné tarde y ella ya había cruzado al otro lado.

El hombre se disculpó haciéndose el inocente. Francesco estaba que se lo llevaban los mil diablos, pateó con fuerza el portón, la ira se había adueñado de él por completo. Regresó sobre sus pasos, hecho una furia y notó que desde el jardín algo brillaba entre las plantas, cerca de la piscina.

Se inclinó para constatar que era el teléfono móvil de su esposa, el que se le había caído la noche anterior, y de inmediato revisó en su buzón de mensajes, encontrando que el último mensaje que había enviado era para su exnovio, Luca Ferrini.

“Gracias Luc, ¡Siempre eres un sol!”, leyó en voz alta mientras se atragantaba con la última palabra… “Sol”, Luca era un sol en la vida de Allegra, entonces, ¿Qué era él?

Si Francesco había estado furioso, ahora lo estaba más.

— ¡Esa maldita me estaba engañando! — Bufó a los cuatro vientos confundiendo las cosas — ¡Mató a mi sobrino y también me puso los cuernos!, pero se acordará de mí… esto no se quedará así, ¡Juró por todo lo que es sagrado que lo pagará muy caro!

Y acto seguido lanzó el móvil al suelo volviéndolo pedazos.

Arianna condujo lo más rápido que pudo hasta su lujoso apartamento mientras Luca intentaba calmar a su amiga.

—Cálmate Allegra, mírame, debes tranquilizarte, ya estás a salvo.

—No lo consigo Luca, no lo consigo — Decía desesperada, pero Luca no entendió a lo que se refería hasta que la vio ponerse morada y comenzar a ahogarse.

—Mi inhalador… — Apenas logró articular antes de desvanecerse.

—Arianna, ¡Corre, ve a un hospital, se está asfixiando! — Gritó cuando la chica se desmayó en sus brazos.

— ¿Qué sucede allá atrás?

—Conduce, ¡Busca un hospital, acaba de desmayarse, es su asma!

Luca recostaba la cabeza de Allegra sobre sus rodillas intentando hacerla reaccionar mientras Arianna buscaba la ruta más corta hacia el hospital más cercano.

El sonido del televisor la despertó, Luca estaba dormido en el sillón junto a su cama de hospital y Arianna estaba junto a él, a la rubia le pareció que hacían una hermosa pareja.

Sintió nostalgia, ella habría querido para sí, una relación así con Francesco, cuando se casó con él lo hizo muy ilusionada y enamorada, pensó que su vida sería un camino de rosas, pero nunca pensó en las espinas.

Quiso ponerse en pie, pero tenía el macro gotero en su brazo, así que debió hacer maromas con la bolsa del suero para poder levantarse sin hacer mucho ruido para ir al baño.

—Buenos días, amiga — Escuchó la voz de Arianna del otro lado de la puerta — ¿Cómo te sientes?

— ¿Arianna? Estoy mejor, dame un minuto, ya casi estoy lista.

—Te dejé ropa sobre la cama, Luca y yo iremos por un café, ¿Quieres uno?

— ¡Si, por favor!, ya salgo.

—Ok, venimos en un momento, no tardaremos.

Abrió la puerta y tomó la ropa, pero cuando iba a vestirse escucho las noticias en la televisión:

—Esposa del famoso empresario Francesco Romano, es acusada de homicidio a bebé no nato, e intento de homicidio a su cuñada Ginevra, viuda de Romano…

La periodista narraba las noticias con tanta naturalidad que a Allegra le dieron náuseas de inmediato.

—La policía sigue el curso de las investigaciones, y se espera dar con su ubicación en las próximas horas, testigos afirman que la vieron huir junto a su exnovio Luca Ferrini, con quien se cree que engañaba a su esposo, la familia Romano ofrece cuantiosa recompensa a quien pueda brindar información fehaciente sobre el paradero de Allegra Rici de Romano.

Allegra se llevó las manos a la boca, pero ni siquiera tuvo tiempo de lamentarse porque un par de enfermeras que veían la televisión desde el pasillo próximo, entraron a la habitación para buscarla, Allegra ya se había escondido de nuevo en el baño y se cambiaba de ropa apresuradamente con el corazón en la mano mientras las mujeres murmuraban afuera.

— ¡Es ella, estoy segura!

— ¡Debemos dar aviso a la policía!

— ¡No! — Le increpó la otra — a la familia Romano, ellos están ofreciendo una recompensa, son demasiado ricos, no perdamos tiempo, vamos a buscarla, ¡Ha de estar por ahí, todavía no le dan el alta!

 

CAPÍTULO 3 PERSEGUIDA

 

Ambas enfermeras decidieron buscarla. Allegra se vistió con rapidez y en cuanto escuchó las voces de Arianna y Luca salió de su escondite visiblemente alterada.

— ¡Chicos, chicos, debo irme ya!

—Allegra, pero si todavía el médico no te ve, debemos esperar, no tardará.

—No, no me estás escuchando, estoy en las noticias, mejor dicho, estamos en las noticias, los Romano acaban de ofrecer una cuantiosa recompensa por quien les dé información sobre mí, y acabo de escuchar a dos enfermeras decir que me entregaran para cobrar la recompensa.

Las palabras salían de la boca de Allegra como un tropel sin freno, totalmente desbocadas en un río desbordado mientras Arianna intentaba comprender.

— ¿Dónde escuchaste eso?

—Hace unos minutos en el noticiero.

— ¿Qué más dijeron?

Allegra se avergonzó.

—Creen que le fui infiel a Francesco contigo Luca…

— ¡Oh! Entiendo, no te preocupes por eso amiga, sé que no es cierto y eso es suficiente, y los demás pueden creer lo que quieran — Dijo Arianna.

—Sí, lo sé, pero el problema es que lo están involucrando en la horrible acusación que me están levantando… no quiero que tengas problemas Luca…

—No los tendré, no tienen nada contra mí, son solo suposiciones, no durarán cinco minutos con eso en una corte, ahora lo importante es esconderte hasta que las cosas se calmen un poco y podamos averiguar de dónde sale toda esta locura.

—La verdad es que no quisiera perder mi matrimonio, amo a Francesco, no sé si debería entregarme para demostrar mi inocencia…

— ¿Qué? ¿Estás loca amiga? ¡No, de ninguna manera! No te dejaré hacerlo, eso no tiene sentido, nada de lo que te hicieron lo tiene, el médico dijo anoche que te habían apaleado, que los moretones que tienes son de violencia, tomamos fotos y él te hizo algunos estudios, por suerte ya los tengo conmigo, así que contamos con pruebas de todo.

—Creo que estamos perdiendo tiempo — Advirtió Luca — Movámonos ya, antes de que las enfermeras regresen.

Los tres salieron con rapidez de la habitación con rumbo a los elevadores, pero al llegar a la esquina del pasillo vieron a las dos mujeres venir de frente, Allegra se detuvo en seco y Luca la cubrió con su cuerpo, era alto y ancho de espalda así que prácticamente la cubrió mientras se devolvían para tomar el siguiente pasillo.

Siguieron derecho, pero en algún punto, uno de los pacientes la reconoció como la mujer de las fotos del noticiero, a la que buscaba la policía, y pronto hubo un grupo de personas gritando que detuvieran a la mujer que había matado al bebe de su cuñada.

En menos de cinco minutos la vida de Allegra había cambiado por completo. Pasó de ser una víctima a ser una victimaria, de ser una paciente a ser una prófuga perseguida de la justicia, los guardias y la policía cubrieron el hospital de arriba abajo mientras Arianna y Luca hacían lo posible por esconderla.

Se metieron al cuartito de limpieza y esperaron por un rato, un par de policías pasó diciendo que en cuanto la encontraran la llevarían detenida, y que por los cargos de los que se le acusaba seguramente no saldría jamás de la cárcel.

— ¿Y ahora qué hago? — Sollozó en baja voz mientras apoyaba torpemente su pie lastimado en el suelo — Ni siquiera puedo caminar sola, no sé lo que haré, además, ya los he metido a ustedes también en este problema…

—Te sacaremos de aquí — Luca aseguró — te conozco de toda la vida Allegra, eres una de mis mejores amigas y no te dejaré sola, sé que Arianna tampoco lo hará, eres como su hermana, así que ten confianza, algo se me ocurrirá.

Luca tomó una sábana de un motón de ropa de cama y salió en busca de algo para movilizar a Allegra, las chicas se quedaron solas por un rato en el cuartito, cuando él regresó, venía vestido como un cirujano y traía consigo una silla de ruedas, sentó a la rubia y la cubrió con la sábana, de esa manera parecía que estuviera trasportado a cualquier paciente, y así pasaron frente a los dos policías y a las enfermeras sin que los notaran.

El corazón de Allegra corría a mil por hora llena de temor, temblaba como una hoja al pensar que pudieran encerrar a sus amigos acusándolos de ser sus cómplices.

Llegaron hasta abajo, y justo cuando estuvieron a punto de ser vistos por la policía, las puertas de cristal se abrieron y el uniformado solo vio salir a un cirujano con un paciente en silla de ruedas, y a una joven acompañándolos.

La policía los buscó en todas partes, pero no los halló, así que informaron a la familia Romano que la joven había estado internada desde la mañana y que había huido.

—Señor Romano, no podemos asegurarle nada, ustedes deben comprender… — El policía se excusó´.

— ¡No me diga eso! Simplemente, es una excusa, necesito resultados, esa mujer es la culpable de que mi nieto haya muerto, el único retoño de mi hijo fallecido, ¡No puede decirme simplemente que no pueden hacer nada!

Giorgio Romano temblaba de la ira, explicando su verdad de los hechos, la cual no correspondía a la verdad real. Colgó la llamada con la policía y se quedó mirando a Francesco como si él fuera un idiota.

— ¡Esto también es tu culpa por casarte con esa mujer! Sabes que no estuve de acuerdo con esa boda, pero tú, ¡Oh, tú tenías que casarte con ella!

—Papá, no veo como yo…

— ¡Calla! Irás y la encontrará tú mismo si es necesario, ¡Y luego la encerrarás para que pague por el ultraje que ha cometido a nuestra familia!

—Haré lo posible…

—No me sirve que hagas lo posible Francesco, no… ¡Harás hasta lo imposible por encontrarla y llevarla a la justicia! Ella debe pagar… ¡Debe pagar!

—Giorgio, creo que estás dándole más importancia a esto de lo que en realidad la tiene — Fiorella su mujer se atrevió a decir después de reunir fuerzas para hacerlo, le temía a su marido, a lo temperamental e intransigente que podía llegar a ser.

El viejo se giró para atravesarla con la mirada.

— ¿De qué estás hablando mujer? ¿Acaso no te parece suficiente la muerte de tu nieto?

—No hablo de eso, estoy tan dolida por esta tragedia, incluso más que su propia madre, a la solo parece interesarle acusar a Allegra, y ustedes dos, solo han seguido al pie de la letra cada palabra de esa mujer, ¡Ninguno se tomó un minuto para escuchar la otra versión de la historia! — Dijo indignada.

—No te atrevas a decir una palabra más, Fiorella, no sabes de lo que hablas, es mejor que mantengas la boca cerrada si quieres mantener tu lugar en esta familia — La amenazó su esposo.

Francesco no aprobaba la manera en como su padre trataba a su madre, pero en ese momento estaba de acuerdo con el viejo, era mejor que se mantuviera al margen.

—Ya lo sabes Francesco, ¡No quiero un “no” por respuesta!

Francesco salió de inmediato, subió a su coche y lo puso en marcha. Mientras conducía sintió su pecho apretado, como si una fuerza se lo oprimiera. Su padre le había responsabilizado de la desgracia por haberse casado con Allegra, cuando se rebeló contra su padre para poder casarse con ella.

Recordó como casi nadie en la familia la había visto con buenos ojos, era una chica recién graduada de la Licenciatura en Fotografía de la Rome University of Fine Arts, y nadie la tomaba en serio. Solo era una hippie ilustrada, nada más.

La única que la había querido de inmediato había sido su madre, tal vez por su afinidad a las bellas artes como ella, pero Fancesco había ido en contra de su padre porque la belleza de Allegra lo había obnubilado.

Parecía una modelo, de hecho había modelado durante sus primeros años en la universidad, pero luego lo había dejado para dedicarse a su proyecto de la galería de arte.

Francesco también había visto nobleza en ella, sencillez y un interés casi nulo en su dinero, cosa difícil de encontrar, porque siendo el magnate que era, tenía a las mujeres haciendo fila tras él, así que pensó que sería bueno tener a una mujer desinteresada a su lado, por si algo no funcionaba entre ellos, al menos no se aferraría a su fortuna.

Ahora solo estaba lleno de deseos de venganza.

—No puedo creer que pensara tan estúpidamente que ella era la mujer más desinteresada del mundo — Se dijo para sus adentros — ¡Me engañó! Me engañó durante todo este tiempo… ¡Un año! Un año completo creí que era una buena persona, que no le importaba mi dinero y que solo quería una vida sencilla, ¡Qué idiota fui!

Se recriminó, sintiéndose timado en sus sentimientos y sobre su orgullo.

— ¡Me vio la cara de estúpido junto a su noviecito trepador! Pero lo pagarás Allegra, ¡Pagarás todo lo que has hecho!

Mientras Francesco se dirigía hacia la estación de policía, Arianna seguía conduciendo hacia las afueras de la ciudad.

— ¿A dónde vamos? — Preguntó Luca cuando vio que su novia se desviaba del camino y tomaba la vía del bosque.

 

 

CAPÍTULO 4 ESCONDIDA

 

Arianna se desvió hacia el bosque y pronto estuvo sobre una carretera de grava.

—Allegra, ¿Recuerdas aquel paseo de chicas que hicimos en el primer año de universidad?

—Sí, lo recuerdo bien.

—Bueno, me enamoré de ese lugar y compré la cabaña, quería hacer algo lindo ahí, pero ya sabes, el tiempo no da para mucho, creo que es el lugar perfecto para que te escondas por un tiempo, no es nada lujoso, sé que no está al nivel al que estás acostumbrada y hace mucho que no vengo, debe estar lleno de polvo y alimañas, supongo que tendremos que limpiar un poco y ponerla habitable, pero a nadie se le ocurrirá buscarte ahí.

— ¡Eres la mejor amiga que he tenido Arianna! Muchas gracias por tomarte tantas molestias para ayudarme.

— ¡Ejem, ejem! ¿Y yo donde quedo?

—Tú también Luca, en serio, chicos, no sé qué habría hecho sin ustedes…

—No es nada, ahora solo debes armarte de paciencia porque este lugar está alejado de la civilización y no hay teléfono, por ahora te quedarás aquí y fingirás que estás de vacaciones, unas muy largas Allegra, y cuando las aguas se calmen iremos contra ellos con todo.

El camino fue largo, Allegra les había contado todo lo sucedido durante el viaje, Arianna la escuchaba totalmente aterrada de cada palabra, los Romano eran implacables, nunca había escuchado tal crueldad en tantos años del ejercicio como Abogado.

— ¡Armaremos un caso y no sabrán que los golpeó! Nadie puede acusar de esa manera a otro sin pruebas, y mucho menos usar la violencia de esa forma, ese señor Giorgio Romano cree que es el amo del Valle, pero le mostrarás que no es así.

Llegaron a la cabaña, el paisaje natural era hermoso y contaba con agua corriente, pero no tenía electricidad, solo una cocina a gas y un calentador a leña para el invierno, pero no esperaban que llegara el invierno con Allegra allí… ¿O sí?

—Arianna, iré por comestibles, no hay nada aquí y ella no puede movilizarse caminando con ese pie, así — Dijo Luca observando que no había nada para comer.

—No cariño, yo lo haré, recuerda que tú eres el ex que la ayudó a huir… — Dijo ella con sorna — Regreso en un rato, ayúdala a poner esto en orden amor.

Se despidió la abogada dándole un beso y regresando al auto.

Luca arregló todo lo que el tiempo le permitió y dejó el lugar habitable para evitar que el polvo le causara daño a Allegra, conocía bien sus crisis de asma, así que se esforzó mucho, al cabo de un par de horas Arianna regresó con varias bolsas de alimentos, agua potable y medicina para el dolor y la inflamación.

—Vendremos la próxima semana y te traeré comida, ropa y un teléfono, tan pronto regrese, traeré también una pequeña planta eléctrica y combustible, así podrás cargar el móvil, hay suficiente leña cortada y seca, pero supongo que en esta época del año no la necesitarás — Y dirigiéndose luego a su novio — Cariño ¿comprobaste que hubiera gas?

—Sí, ya lo hice, alcanzará para la próxima semana.

La despedida fue triste, un largo abrazo y lágrimas rodando por las mejillas, cuando los chicos se fueron Allegra se quedó completamente sola y devastada. 

Era la Señora Allegra Rici de Romano, la esposa de uno de los hombres más ricos e influyentes de Italia, y ahora era una prófuga de la justicia, y todo porque a su concuñada le había parecido acusarla sin piedad de algo que no había hecho.

Allegra había pasado de estupor en estupor desde la acusación, ni siquiera había tenido tiempo para reflexionar en lo que estaba viviendo, solo había llorado la noche en que la sacaron como un perro bajo la lluvia, pero ahora se sentó sobre el suelo de madera de esa vieja cabaña en medio de la nada a pensar en su suerte.

Pasó las siguientes semanas completamente sola y deprimida, no se atrevía a irse por temor a que la atraparan. A veces lloraba desconsolada, pensando en cómo su amado Francesco se había prestado para hacerle tanto daño.

Mientras tanto, el odio y el rencor crecían en el corazón de Francesco, se odiaba a sí mismo por haber sido tan incauto y haber creído que Allegra era una buna mujer, estaba abatido, desconsolado y avocado por completo a la causa familiar de destruir a la que una vez había sido su esposa.

Luca y Arianna iban de vez en cuando a verla y a llevarle lo que podía serle útil, pero no podían quedarse mucho tiempo porque también estaban siendo investigados, Luca no fue preso porque Arianna era una abogada con garra y defendió su causa, pero eso no significaba que los Romano no tuvieran a alguien tras ellos, así que sus visitas se hacían cada vez más lejanas.

—Te traje esto — Le dijo Arianna dándole una cajita con un móvil nuevo — La línea está a nombre de una de mis secretarias, así que no la relacionarán contigo, pero no lo uses a menos que sea absolutamente necesario, no te expongas, ¿Está bien?

Allegra asintió. Estaba presa sin estar tras las rejas, sola, triste, abatida y odiada por el hombre al que amaba. La depresión la hizo bajar de peso y Arianna debió traerle unas vitaminas, también le hizo un cambio de look para animarla y para que no fuera fácil de identificar por si alguien llegaba a verla.

Arianna cortó su dorado y largo cabello al estilo Bob, corto atrás y más largo en el frente, dándole un aspecto atrevido y moderno que enmarcaba sus delicados rasgos, y lo pintó en un rojo cobrizo que resaltaba con sus enormes ojos del color del cielo.

— ¡Ya está Allegra!, dudo mucho que alguien sepa que eres tú…

La chica se miró al espejo casi sin reconocer su propia imagen, en otro contexto le habría encantado experimentar algo tan extremo como ese cambio, pero en las actuales circunstancias no le animaba en lo más mínimo.

La policía intensificó la investigación, los Romano aseguraban que la joven esposa del magnate financiero era la culpable de tan abominable hecho, y mientras tanto, Giorgio Romano no dejaba de visitar a Ginevra en el hospital, que se recuperaba lentamente, pues había requerido tratamiento psicológico. 

— ¿Cómo estás Ginevra? Sabes que no he podido estar más cerca de ti de lo que quisiera, mi mujer no me pierde paso, temo que sospeche de lo nuestro — Dijo Giorgio tomando su mano y besándola con deseo, ardía de pasión por la exuberante joven.

—Giorgio, ¡Sabes que te amo! Solo espero con ansias cada minuto contigo — Mintió descaradamente — Tengo una confesión que hacerte…

— ¿Qué cosa preciosa? Dime lo que sea.

—El bebé Giorgio, el bebé era tuyo.

El viejo bajó la mirada triste al suelo y luego levantó la barbilla de nuevo en actitud desafiante.

—Lo sé… por eso esa mujer pagará por lo que te hizo, ¡Nadie se atreve a meterse con lo mío y sale ileso!

— ¿Qué es lo que harás? — Preguntó con cara de niña buena y acariciándole la mejilla para endulzarlo mejor.

—La buscaré hasta debajo de las piedras si es necesario, ¡Pero te juro por nuestro bebé que estará presa muy pronto!, ¡Pagará con la cárcel por lo que nos hizo!

Una sonrisa de satisfacción más parecida a una mueca tosca se dibujó en el rostro de Ginevra, estaba hecho, había logrado engañar a todos y tenía al viejo multimillonario comiendo de su mano y ardiendo por ella, solo le quedaba seguir haciendo el papel de la viuda abatida por la pérdida de su hijo.

Y mientras tanto, seducir a Giorgio de la manera más vil para sacarle dinero, necesitaba planear su próximo paso, sacar a Fiorella de en medio, ya se había deshecho de su esposo Enrico, su muerte había parecido un accidente, había sacado de en medio a la estúpida de Allegra y ahora iría por Fiorella, así tendría el camino totalmente libre.





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